Si no prestas atención a tus pensamientos, caerás en la trampa del diálogo interno.
¿Quién dirige tu vida?
El diálogo interno es el que dicta las normas de tu comportamiento, de tal manera que actúas en consecuencia de tus pensamientos. Has de prestarle atención puesto que, habituado a dirigir sin tener en cuenta tus deseos conscientes, en ocasiones llega a causar verdaderos estragos en tu vida.
La voz que identificas como tuya lleva la etiqueta de todo aquel que ha tenido repercusión directa a lo largo de tu historia, como lo han sido tus padres, hermanos, abuelos, profesores, etc.
Lo más absurdo radica en que tiene poder sobre tu estado anímico, de forma que puedes sentirme contenta, fuerte, resolutiva en unas circunstancias, y también sentir que te lastima o produce sufrimiento en otras… siempre que se alza como un muro infranqueable en tu vida.
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Quizá te consideres una persona poco inteligente porque mamá cuando era niña te decía «eres tonta”. Puedes mostrar timidez y vergüenza porque tu hermano ridiculizaba cada cosa que decías. Si papá te gritaba “todo lo haces mal” o “no vales para nada”, dará igual lo manitas que seas… nunca estarás satisfecha con el resultado.
El diálogo interno sucede muy rápido; según varios estudios los pensamientos sobrevienen unos a otros superando la velocidad de la luz, en un orden de 60000 a 70000 pensamientos diarios. Hacerte consciente de ellos exige por tu parte no sólo un entrenamiento para reeducar tu mente, sino también en ser observadora de tus sensaciones y emociones.
El inconsciente protector
Cuando una experiencia despierta en ti una emoción, automáticamente pasa a formar parte de la información almacenada por tu inconsciente. Esta experiencia queda archivada con todo lujo de detalles de acuerdo a lo percibido por tus sentidos: sonidos, olores, sabores, luz y movimiento, y sensaciones. Es lo que se conoce como anclaje, raíl o engrama en PNL (Programación Neurolingüística).
El objetivo de reunir toda esta información es para que el inconsciente biológico cumpla con su única misión: la de mantenerte a salvo. En consecuencia, la manera involuntaria y mecanizada de reaccionar viene determinada por estos engramas inconscientes, y por los patrones asociados que en su día quedaron codificados.
Por lo tanto, mientras tú no seas consciente de tus pensamientos y emociones tampoco lo serás de tus reacciones, normalmente exacerbadas e infundadas, que son la manifestación de ese gran misterioso y desconocido inconsciente, cuyas dimensiones abarcan aproximadamente el 97% de tu mente.
Sufrimiento = Culpa = Castigo
Como te decía, para terminar con este sinsentido, es necesario que te des un tiempo a fin de hacerte presente en tu vida. Quizá ser consciente de tus pensamientos puede llevarte un poco más de entrenamiento. Sin embargo recuerda que tienes un maravilloso aliado: tu cuerpo, cuyo lenguaje son las emociones y sensaciones.
Me pongo como ejemplo. Para saber cómo y desde dónde estoy viviendo cada experiencia, utilizo mi termómetro emocional particular 😉 . Mi referencia está puesta en el plexo solar, situado aproximadamente dos dedos por encima del ombligo:
- Cuando emana tranquilidad sé que estoy en el camino correcto, es decir, sé que estoy siendo la mejor versión de mí misma haciendo aquello que me corresponde.
- En cambio, si noto que se me encoge el estómago sé que he de parar y reconsiderar mi actitud. Normalmente es en estos casos cuando presto especial atención a mi pequeña niña interior, pues algo me quiere expresar.
Nota: Los accidentes no dejan de ser la auto imposición de un castigo. En este enlace te dejo toda la información al respecto.
Ni tú ni yo, hablemos de nosotros
Es en esta presencia cuando me hago consciente de la importancia que tienen mis palabras y mis actos en mi vida, así como de la importancia de éstos en la vida de cuantos me rodean. Deja de haber un yo superior a un tú o un tú superior a un yo.
Todos somos iguales, todos conformamos una Unidad, de tal forma que hacerme presente me permite mantener equilibrado mi termómetro. Sin embargo, lo más bonito de todo, es que la actitud con la que decido relacionarme provoca un cambio en la actitud de todas y cada una de las personas de mi entorno.
Porque el mundo es un espejo, los demás toman conciencia de sus propios termómetros y de la importancia de sostenerlos en equilibrio, además de obtener la comprensión de las repercusiones de sus actos y su alcance. Es imposible que recibamos una cosa diferente a lo que damos.
Cuanto veo en el exterior es un reflejo de mi estado emocional y mental. Y de igual forma que yo tomo como aprendizaje el cambio que sin perseguirlo observo en los demás (= que es mi propio cambio), los otros, paralelamente, aprecian y valoran el reflejo de su nueva proyección en mí.
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La práctica hace al maestro
¿Recuerdas la primera vez que montaste en bicicleta?
Mantén los ojos cerrados y siente las sensaciones que experimentaste mientras ponías tu empeño en llevar a cabo tu propósito, hasta que al fin, a pesar de algunos inconvenientes y caídas, realizaste tu tarea a la perfección.
Mi propuesta es que ahora sustituyas la bicicleta por presencia, para que paulatinamente tomes consciencia de cuán imperante es hacerte responsable de tu vida, manifestada por la calidad de la actitud con la que afrontas cada circunstancia que acontece.
En un principio, al igual que ocurrió con aquel otro aprendizaje,. sentirás inseguridad, desconfianza y hasta miedo… es normal. Podrás caerte e incluso hacerte algún rasguño. Lo más importante radica en que ahora comprendes que la bicicleta no es la responsable, es decir,. dejas de buscar culpables en los otros y asumes que es parte del proceso… estás aprendiendo.
Cuanto más pedaleas en esta nueva conciencia mayor seguridad,. satisfacción y gratitud experimentas al reconocer que tú eres quién conduce tu bicicleta (= tus palabras, tus acciones, TU VIDA). Sabes que depende de ti, exclusivamente,. la dirección que tomas así como la velocidad con la que deseas hacerlo.
Te aseguro que llega el día en que te sientes tan a gusto en la «bicicleta» 😀 que por nada del mundo quieres apearte,. tal es el genuino sentido que adquiere la VIDA.
No eres tus pensamientos
Libera al niño que hay en ti. Permítete observar la vida con la inocencia de su mirada, sin juicios,. y disfruta del maravilloso efecto que esto produce en tu mente. Los pensamientos ralentizan su frenética danza, y te das cuenta de la manera en que surgen y cómo se entrelazan.
Tus decisiones dejan de ser aportes automáticos porque ahora nacen de tu conciencia. Ahora seleccionas los pensamientos a los que quieres dar credibilidad,. puesto que con ellos creas tu realidad, y dejas ir aquellos que deseas excluir como parte de tu creación.
En consecuencia tu diálogo interno cambia,. y los pensamientos que te separaban de tu camino de vida son reemplazados por pensamientos que te nutren y convierten en realidad tus objetivos.
Tómate la vida como un juego.
Al fin y al cabo… ¡sólo es eso!