La leucemia habla de aislamiento, en un contexto de profunda desvalorización hacia uno mismo.
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Quiero desaparecer
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El término "leucemia" alude a una producción desmesurada e incontrolable de glóbulos blancos en la médula ósea y en la sangre. Los glóbulos blancos o leucocitos son elementos celulares que, junto con el plasma, componen la sangre (tejido conectivo líquido perteneciente a la capa embrionaria intermedia conocida como Mesodermo, y dentro de ésta a la etapa denominada Mesodermo Nuevo).
En los casos de leucemias agudas, a esta desbordante proliferación se le suma el hecho de verse interrumpida la maduración de leucocitos, dando como resultado un número elevado de glóbulos jóvenes (blastos) frente a una fuerte reducción y/o ausencia de células maduras.
Desde la Nueva Medicina Germánica (NMG) la sangre (que simbólicamente representa la familia) transporta y permite la circulación de la información biológica en el cuerpo. Los conflictos biológicos que tienen como respuesta la alteración de este tejido se relacionan con haber perdido la motivación por la vida, la desvalorización de uno mismo o la sensación de falta de protección.
¿Quieres saber más sobre la sangre y otros conflictos biológicos?
Considero que la mayor enseñanza que se recoge de la Nueva Medicina Germánica, es la de erradicar el miedo asociado a las enfermedades y contemplarlas como lo que realmente son: un programa especial con un claro sentido biológico (SBS), es decir, la respuesta natural biológica a una situación inesperada percibida como abrumadora, sin solución y vivida en soledad.
La medicina tradicional llama "cáncer" a la multiplicación o necrosis celular, cuando en verdad ambos casos se dan en la fase reparativa de la enfermedad (de acuerdo al tejido referido afectado). ¡Cuidado! Porque cuando los términos “cáncer” o "maligno" son emitidos como un pronóstico, y por tanto usualmente acogidos con terror o pánico, pueden provocar de por sí una nueva respuesta biológica.
Necesidad Biológica
La continuidad de la especie "ser humano" pasa por sentir colmadas sus necesidades biológicas. Estas necesidades, que son básicamente cuatro, se gestionan por cada una de las etapas biológicas. A saber:
- Supervivencia: endodermo (controlado por el tronco cerebral).
- Protección: mesodermo antiguo (controlado por el cerebelo).
- Valorización: mesodermo nuevo (controlado por la sustancia blanca).
- Relación: ectodermo (controlado por la corteza cerebral).
Como vimos al principio de este artículo, la sangre se desarrolla en el mesodermo nuevo. El conflicto subyacente, o lo que es lo mismo la necesidad biológica no colmada o insatisfecha, es la valorización.
Todos necesitamos sentirnos valiosos, útiles, aptos... Y si en mi familia no me valoran, no me tienen en cuenta, no me creen capaz, sólo recibo críticas, comparaciones que me hacen sentir inferior... yo me siento devaluado. Y aún así, para no lastimarlos, no me defiendo.
La leucemia, por tanto, se asocia con el conflicto biológico de separación o aislamiento (= "no soy querido, amado por mi familia"), en un contexto de profunda desvalorización y/o desprecio hacia uno mismo (= "no valgo nada").
Carácter bifásico de la enfermedad
Los síntomas devienen una vez recupero mi valía.
Seguimos en el Mesodermo Nuevo. En esta etapa embrionaria, cuando estoy en pleno conflicto (= conflicto activo), hago mi vida normalmente, no siento molestia ni dolor alguno a pesar de que el órgano afectado (músculos, articulaciones, tendones... o sangre en este caso) se esté viendo alterado. Eso sí, a nivel de la psique vivo sumamente estresado (no dejo de rumiar el problema, no duermo, no descanso...).
¿Quieres saber más sobre las fases de la enfermedad?
Más tarde, una vez resuelva el conflicto, el grado con el que he vivido esta profunda desvalorización y el tiempo que ha transcurrido manteniendo apretado el botón del estrés, determinará la manifestación del daño físico y el tiempo de recuperación. En esta fase de reparación comienzan los dolores y la sensación de cansancio y decaimiento general.
Conflictos biológicos
Veamos ahora detallados los conflictos biológicos y sus resentires. Aunque diferenciamos varios tipos de leucemia en función de su origen, recuerda que el fondo es común para todos ellos: una profunda desvalorización.
Leucoblastos
El exceso de blastos, o glóbulos blancos inmaduros, indistintamente sean linfoblastos o mieloblastos, expresan el temor a crecer, el peligro de hacerse adulto. Los siguientes ejemplos, por tanto, has de contemplarlos desde el resentir de la persona mayor afectada por este desorden.
Resentir
- "Por más que me sacrifico no puedo lograrlo... soy una decepción para mis padres".
- "Tengo miedo a envejecer".
- "¡No puedo decírselo! Soy la niña de papá, si se lo digo dejará de quererme".
- "Cada vez que se enfada temo por mí, no soy capaz de defenderme" (ausencia de papá en la infancia).
Mielocitos
En el mieloma múltiple o enfermedad de Kahler la persona se siente excluida, alejada de su núcleo. Al verse afectado el riñón también consideraremos los conflictos que se vinculan al mismo, cuyo resentir es del tipo: "toda mi existencia se desmorona", "la he perdido, mi vida no tiene sentido".
Por su parte, en el caso de leucemia mieloide crónica, el conflicto biológico se relaciona con la incapacidad de llevar a cabo un proyecto. Resentir: "es imposible, nunca lo conseguiré".
Linfocitos
La función de estos glóbulos blancos es estar alerta para anticiparse al peligro y de esta forma evitarlo. Al conflicto de desvalorización se le añade el de sentirse desprotegido ante algo hiriente.
Resentir
- "Fallé, cuando yo era el único responsable" (exceso de responsabilidad en la infancia).
- "Me sentí herido y ridiculizado con sus palabras... ¡y nadie hizo nada!".
- "¡Estoy harto de que siempre juzguen todo lo que hago!".
En el caso de leucemia linfoide crónica, los conflictos se relacionan con no sentirse reconocido, estar bajo un constante control o no ser capaz de soltar mi rabia para defenderme. El resentir vendría a ser: "nada de lo que hago está bien, soy un inepto".
Monocitos
En este caso la desvalorización se vive en un contexto de separación, ante la ruptura con el entorno en el que sentía protegida su integridad.
Resentir
- "No me dejan acercarme a mis hijos, me siento solo".
- "Le tuvieron en una habitación, aislado, y no pude darle mi cariño".
- "¡Después de tantos años me despidieron, allí quedaron mis compañeros de toda la vida!".
Anexo: Kala-azar infantil
Quiero mencionar en este artículo la enfermedad conocida como kala-azar infantil, también leishmaniasis (o leishmaniosis) visceral, dado que en ocasiones sus síntomas pueden llegar a confundirse con los manifestados por la leucemia. Esta situación la viví en carne propia a muy corta edad, junto con la angustia que produjo la noticia en mis padres.
Seis meses antes de cumplir los dos años comencé a perder apetito. Curiosamente, a la par que bajaba de peso, el tamaño de mi abdomen aumentaba. El pediatra que me trataba pensó que era anemia. Mi madre me contaba que tras varios meses de tratamiento, muy lejos de mejorar día a día, empeoré hasta tal punto de no sostenerme por mí misma ni tan siquiera sentada.
¡Sería que no tocaba desencarnar 😉 ! Más adelante, gracias a mi formación en la Nueva Medicina Germánica, habría de comprender (y sanar) el sentir de mi madre ante los acontecimientos que por ese entonces emocionalmente experimentaba, y que yo, siendo pequeña, somatizaba (ver: Los niños no enferman, los ponemos enfermos).
El "ángel" de la guarda
Nada sobra ni nada falta... ¡todo es perfecto tal y como es!
El caso es que el Universo conspiró para que madre e hija viajáramos de Madrid a Granada: mi abuela materna tuvo un accidente doméstico (¡qué oportuno!) y precisó de su ayuda. La primera visita fue al hospital granadino donde rápidamente me extrajeron sangre, y al ver su color blanquecino junto con los síntomas que presentaba, pensaron que se trataba de leucemia.
Me tocó un ángel, pues así era el nombre del buen doctor, quien antes de pronunciar con rotundidad su diagnóstico quiso asegurarse en descartar otras posibles causas. Lo siguiente, entre continuas transfusiones, fue realizarme una biopsia de médula ósea. Aquello confirmó el kala-azar infantil, en mi caso proveniente de la picadura de una garrapata de un perro vecino afectado de leishmaniasis.
El trabajo del dr. Ángel como profesional y su generosa entrega como ser humano, hizo posible mi reconstitución. El apoyo emocional que brindó a mi madre sin duda contribuyó a fortalecer su sistema inmunitario, tan necesario para mí. ¿Qué si me quedaron secuelas? ¡Sí! ¡La semilla de mi búsqueda hacia lo que soy, lo que somos, arraigó en aquel momento!
Reflexiones
Al igual que el resto de síntomas y enfermedades, la leucemia ha de contemplarse en su contexto biológico a fin de abordar el conflicto implícito. El trabajo del acompañamiento se completa con la indagación de la creencia que dio lugar a dicha respuesta por parte de la biología, y la exteriorización del resentir emocional.
La situación que tanto te desvaloriza en tu presente, tan solo viene a mostrarte el sufrimiento de un tiempo pasado que todavía duele. El pasado quedará definitivamente atrás cuando sea mirado con la comprensión y el amor que merece.
Cuando al fin me he defendido, cuando emocionalmente me siento válido, el cerebro manda reparar el tejido dañado. Esta segunda fase de la enfermedad es una etapa de convalecencia, un estado tanto anímico como físico que obliga a descansar para que interiormente todo retorne a su funcionamiento habitual. Una invitación a la reflexión, a estar con uno mismo, que lamentablemente pocos realizamos.
¿Te apetece dormir, leer, pasear... quizá en soledad? ¿Quién te lo impide? Las personas que realmente te aman sabrán escucharte y respetarte. Date lo que quieres. Y, sobre todo, nunca sucumbas al miedo.
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Tu cuerpo no se ha vuelto loco:
tu cuerpo clama para que seas tu prioridad.
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